Harmon reúne a diferentes expertos del sector público y privado para desgranar las claves de un proyecto que busca unir crecimiento económico y desarrollo sostenible a todos los niveles.
Hace no mucho, cuando la opinión pública cuestionaba la existencia del cambio climático y la mera acción de reciclar se veía con recelo, el matrimonio entre sostenibilidad y economía sonaba, cuando menos, a ensoñación. Sin embargo, hoy la realidad es bien distinta: la inversión sostenible y responsable ha aumentado en los últimos años hasta llegar a los 35 billones de dólares. Un síntoma de que las finanzas sostenibles no solo son rentables para el planeta, sino también para las empresas.
Con este enfoque, el foro Capital Letters de Harmon reunió a expertos de diferentes sectores para examinar el Libro Verde sobre Finanzas Sostenibles tan solo unas horas después de la publicación de la orden que anunciaba la creación del Consejo de Finanzas Sostenibles, una de sus principales medidas. El objetivo: analizar las claves del documento e indagar en los retos que trae consigo poniendo letras a los números, como reza el eslogan del foro.
El Libro Verde sobre Finanzas Sostenibles es un proyecto estratégico aprobado por el Gobierno español –y cuyo borrador se publicó en septiembre del año pasado– que tiene como meta principal impulsar y guiar la adaptación de las empresas y entidades financieras al marco europeo de finanzas sostenibles para promover la transición hacia una economía neutra en emisiones. Además, permitirá estrechar aún más la relación entre economía y sostenibilidad –y entre administración y empresa–.
Cuidar el planeta sale rentable
Entidades como el Fondo Monetario Internacional (FMI) vaticinan que, aunque las políticas de mitigación del calentamiento global pueden tener costes económicos a corto plazo, estos son mínimos comparados con los beneficios que tendrá actuar a tiempo. Algo a lo que hizo referencia la subdirectora general de Finanzas Sostenibles y Digitales del Ministerio de Economía, Comercio y Empresa, Ana Puente, al inicio de su intervención: «No actuar ante el cambio climático tiene unas consecuencias en el largo plazo inasumibles desde el punto de vista económico. No nos podemos permitir el impacto de una transición desordenada».
Ana Puente (Ministerio de Economía): «No actuar ante el cambio climático tiene unas consecuencias en el largo plazo inasumibles desde el punto de vista económico»
Como hoja de ruta para evitar que esto suceda, el Libro Verde identifica tres actores clave para este reto: el sector público, el sector empresarial y el sistema financiero, y cuenta con «un enfoque ambicioso a la vez que realista», en palabras de la subdirectora general.
Además, el borrador se propone tres objetivos: promover la adaptación del sector financiero y empresarial mediante medidas como la creación de un sandbox (un entorno regulado donde las empresas pueden desarrollar y evaluar proyectos innovadores en sostenibilidad bajo la supervisión de las autoridades pertinentes) y un repositorio para la divulgación de información de sostenibilidad; orientar el ahorro y la inversión hacia la sostenibilidad con el impulso de productos verdes y del programa de bonos verdes del Tesoro; y promover la colaboración público-privada a través de la creación del Consejo de Finanzas Sostenibles.
Remar juntos, imprescindible para llegar a buen puerto
La implementación de la CSRD (Directiva sobre Información Corporativa en materia de Sostenibilidad, por sus siglas en inglés) o la aplicación de las NEIS (Normas Europeas de Información sobre Sostenibilidad) en 2024 no dejan lugar a dudas: la UE se tiñe de verde. En este contexto, el Libro Verde aprobado en España supone un nuevo hito en la región en el campo de las finanzas sostenibles. David González, representante del FEI (Fondo Europeo de Inversiones) para España y Portugal, alabó el desempeño del mercado y, además, compartía un dato: «España es el país líder en cuanto a demanda de entidades financieras que quieren aprovisionarse con garantías del Fondo Europeo de Inversiones de cara a dar financiación sostenible». Desde el inicio de su actividad en 1996, este organismo ha apoyado a casi 400,000 PYMES españolas y ha trabajado a través de 170 entidades financieras.
Enrique Tombas (Suma Capital): «La transición va a ser mucho más sencilla por convencimiento, y no por imposición»
En cuanto a las medidas concretadas en el documento, una de las más comentadas fue la creación del Consejo de Finanzas Sostenibles. Este órgano de gobernanza actúa como un foro de colaboración entre actores públicos y privados, incluyendo representantes de las administraciones públicas, organismos supervisores, sector financiero, sector privado, tercer sector y expertos independientes. Sus principales funciones incluyen impulsar y hacer seguimiento de las acciones propuestas en el Libro Verde, analizar los retos relacionados con el marco regulatorio de las finanzas sostenibles y facilitar discusiones sobre temas como la descarbonización, la economía circular o la protección de la biodiversidad.
Como se anunció en el BOE, el órgano contará con veinte vocales de carácter no nato y renovables y trece de carácter nato. «Hay que encontrar el equilibrio para que sea operativo en la toma de decisiones y para que estén representadas todas las partes interesadas, porque debe ser plural e inclusivo», explicó Pedro Cadarso, asesor de Riesgos ESG de la AEB (Asociación Española de Banca).
Por su lado, Enrique Tombas, presidente de Suma Capital, añadió que los consumidores debían formar parte de las conversaciones del organismo: «La transición va a ser mucho más sencilla por convencimiento, y no por imposición, y este viene cuando el empresario ve que su cliente quiere que los productos sean sostenibles».
Andrea González, directora general de Spainsif, explicó el papel fundamental que pueden jugar las asociaciones como la que dirige –constituida por distintos actores del ecosistema de las finanzas sostenibles– en el Consejo: «El mecanismo de flexibilidad del órgano es un acierto total y rotundo. Cuanto más multistakeholder sean las aglomeradoras, mejor podremos cumplir la función de trasladar el sentir de esa cantidad de sectores que están representados en las finanzas sostenibles».
Los desafíos pendientes
Entre otras medidas del Libro Verde se encuentra la creación de un sandbox en el que, por ejemplo, las entidades financieras podrán proponer metodologías de análisis de riesgos climáticos o identificar lagunas de datos. Su practicidad fue resaltada por el asesor de Riesgos ESG de la AEB: «Vemos que es una plataforma muy útil para el aprendizaje sobre la taxonomía y creemos que puede ser de gran provecho para reducir la ambigüedad y mejorar la falta de claridad y la falta de coherencia de ciertas regulaciones».
Para Andrea González, directora de Spainsif, es necesario impulsar en paralelo «incentivos no fiscales a la educación financiera o al mercado»
Sin embargo, se apuntó la necesidad de crear un marco fiscal más favorable que incentive las inversiones en sostenibilidad. Para ello se propuso la implementación de deducciones, créditos o exenciones de impuestos que faciliten la inversión en energías renovables, apoyar la economía circular o descarbonizar procesos de producción. «Sería muy bienvenido, pero al ser un tema en el que cuesta avanzar, nosotros hemos empezado a pensar en planes B: incentivos no fiscales a la educación financiera o al mercado, vía determinados productos», arguyó la directora de Spainsif.
Mónica Malo, directora de Sostenibilidad de la CECA y CECABANK, coincidió con González, y añadió: «Desde el sector bancario tenemos claro que, para estimular ese apetito, es necesario recurrir a incentivos fiscales. Evidentemente tenemos un papel muy relevante, pero es cierto que hay otra serie de palancas que se pueden poner sobre la mesa para dinamizar el ecosistema».
Es innegable que el texto supone un esfuerzo positivo por parte de la Administración para desarrollar el rol del sector financiero en la transición ecológica, así como por armonizar prácticas entre el sector público y privado. Sin embargo, como casi cualquier guía, tiene aspectos a mejorar. Pedro Cadarso destacaba que «ha sido muy bienvenido en el sector bancario», pero que creen «necesario, asignar adecuadamente las responsabilidades entre las administraciones públicas, los sectores productivos y el sector financiero».
Un aspecto en el que concordaba Mónica Malo y al que añadía que «es un marco muy amplio que requiere muchas segundas partes». La directora de Sostenibilidad de CECA y CECABANK echaba en falta la creación de grupos de trabajo más específicos y también de liderazgo y responsabilidad compartida entre los diferentes agentes, no sólo el sector bancario.
Pese a sus limitaciones, el Libro Verde sobre Finanzas Sostenibles se reveló como un gran marco para avanzar hacia una transición ecológica sostenible, y este encuentro de Capital Letters permitió arrojar luz sobre algunos de los aspectos más técnicos del mismo, siempre desde un lenguaje claro. Porque para que el matrimonio entre sostenibilidad y economía prospere, es imprescindible que se escuchen y entiendan.
Articulo procedente de la revista Ethic, Leer artículo